Se estima que en México, alrededor de 15 millones de personas padecen algún trastorno mental. Estos padecimientos ocupan el quinto lugar como carga de enfermedad y vuelven dependiente a una tercera parte de los pacientes, por lo que se ubican entre los diez más discapacitantes.
Los resultados de la más reciente Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP) indican que 28.6% de la población presentó un trastorno alguna vez en su vida y sólo uno de cada 10 pacientes recibe atención especializada. De ellos, 12.1% tiene un trastorno mental severo. El uso de servicios de salud mental fue de 24%, debido a que la búsqueda de atención tarda de ocho a 15 años y 15% de estas personas prefiere automedicarse.
Entre niños y adolescentes de 4 a 16 años de la Ciudad de México, se estimó que 16% puede tener algún tipo de trastorno; la mitad de ellos presentó algún síntoma, pero la necesidad de atención se consideró únicamente para 25% y nada más 13% buscó atención, según lo reportado por la madre o el padre entrevistado, con quien vivían.
De acuerdo con un artículo publicado por Marcelo Valencia Collazos, científico de la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente” (INPRF), en la revista Salud Mental, de marzo-abril de 2007, las causas de los trastornos mentales incluyen una combinación de factores biológicos, genéticos, psicológicos, emocionales, psicosociales, cognitivos, ambientales y sociales.
Los trastornos mentales ocasionan, además de altos costos económicos, un importante impacto social, familiar, emocional y personal por el rechazo social, estigma, discriminación y falta de oportunidades de trabajo para las personas afectadas.
Las familias deben lidiar con la carga emocional de cuidar al enfermo si está discapacitado y apoyarlo económicamente si no trabaja, cubrir los costos de los tratamientos, consultas, hospitalizaciones, terapias, medicamentos y transportación a los lugares de atención.
Ante esta situación, el grupo de investigadores del INPRF puso en operación modelos innovadores para el tratamiento integral de trastornos mentales como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar y los relacionados con consumo de alcohol y drogas.
Este modelo combina el uso de fármacos con psicoterapia individual, de grupo y familiar, así como cursos psicoeducativos para los pacientes y sus familiares, con lo que disminuyen síntomas y recaídas, mejora el funcionamiento psicosocial y permite mayor cumplimiento con los antipsicóticos y adhesión terapéutica.
Uno de ellos es el Programa de Rehabilitación Integral para Pacientes Esquizofrénicos, que retoma la nueva Guía Latinoamericana para el Tratamiento de Personas con Esquizofrenia, que aparecerá próximamente, patrocinada y coordinada por la Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL) y la Asociación Psiquiátrica Mexicana (APM), la cual contiene los lineamientos para la atención de pacientes con esta enfermedad y sus familias en los servicios de atención primaria, así como para promover la educación sanitaria.
Y es que la discriminación ejercida por la comunidad sobre la familia por tener un paciente mental en el hogar, e incluso dentro de la misma familia, cuando algún integrante no acepta al enfermo y lo rechaza, provoca falta de apoyo emocional, tan necesario para el paciente, e incluso que haya trastornos mentales y problemas emocionales en los familiares, como depresión o abuso del alcohol.
De acuerdo con los resultados del Programa de Rehabilitación Integral para Pacientes Esquizofrénicos (PRIE) de consulta externa del INPRF, que pretende reducir las incapacidades y aprovechar las funciones conservadas, mejoró el desempeño cotidiano de los enfermos, con cambios significativos en 71.5% de las áreas como autocuidado, relaciones familiares, interpersonales y laboral remunerada. En cambio, en pacientes tratados de manera convencional, la mejoría sólo se observó en 28.5% de estos rubros.
En el área clínica, entre la familia y el paciente se elevó la comunicación clara y directa, disminuyó la hostilidad y las relaciones inadecuadas e incrementó el porcentaje de familiares que percibía como no problemática su relación con el enfermo.
Los autores Leonila Rosa Díaz Martínez, Héctor Ortega Soto, Clarisa Leaños Guerrero, María Soledad Rodríguez Berdugo y Marcelo Valencia Collazos señalan que la rehabilitación en esquizofrenia, a diferencia de otras enfermedades crónicas, debe indicarse desde el inicio del padecimiento, de ser posible, de manera simultánea al tratamiento farmacológico, ya que los pacientes pueden presentar déficit cognitivo, de autocuidado, o social, que en algunas ocasiones se manifiestan antes de la primera hospitalización y son permanentes.
Fuente: www.medicinadigital.com

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