lunes, 20 de diciembre de 2010

Esperanza para familiares de alcohólicos

El alcoholismo es contagioso porque convierte en dependientes a los parientes que no beben. los grupos Al-anon brindan apoyo a los familiares que no beben,pero están enfermos. No son grupos religiosos ni tratan de atraer a más integrantes. Los profesionales los recomiendan, aunque en los grupos no se toma en cuenta la identidad, la afiliación política ni la formación. Brindan una experiencia espiritual efectiva



Texto: Javier Méndez Vedia | Fotos: Fuad Landívar y Clovis de la Jaille
El cuarto es pequeño. Parecería natural que los cuadros que cuelgan de las paredes tengan motivos religiosos; al fin y al cabo, es una salita de la iglesia La Santa Cruz. Sin embargo, los cuadros no tienen nada de confesional. Uno de ellos dice “Sólo por hoy”. Otro, que llama mucho la atención, tiene que ver con el anonimato. ¿Por qué, si ninguno de ellos es alcohólico? "Lo que viste aquí, a quien viste aquí, lo que escuchaste aquí, lo que digas aquí, se queda aquí", dice otro letrero, debidamente enmarcado.
Son las 19:30 de un martes y sólo hay dos personas en la salita. De pronto, una de ellas da la bienvenida: "Gracias por estar aquí. Hoy, usted es la persona más importante para nosotros". Es el saludo que se da a todo nuevo integrante de Al-Anon, la única agrupación de familiares de alcohólicos que hay en Bolivia. Qué extraño; los que necesitan auxilio son los alcohólicos, no los que no beben, es lo que se piensa comúnmente. No es así. Si bien los que se reúnen tienen muchos motivos para asistir, en todos ellos flota un adjetivo: contagio. Sí, los que no beben también pueden contagiarse. Lo saben en estos grupos, que nacieron en 1973, junto con los Alcohólicos Anónimos (AA).
En pocos minutos, la salita comienza a poblarse. No es necesario saludar, si no se lo desea, ni dar el nombre. Y si se menciona el nombre, el apellido resulta irrelevante. Todos lucen serenos y, de pronto, la coordinadora de la reunión toma un librito de tapas duras y lee un párrafo. Los demás escuchan absortos. Luego cuenta una parte de su experiencia personal.
NO IMPORTAN LOS NOMBRES
Tal vez se entienda mejor la condición del anonimato si se conoce la historia de una de las personas que asiste a ese grupo. Y claro, también esa intrigante palabra que es 'contagio', y hasta el motivo por el que ese librito es tan leído por los integrantes del grupo.
Irenio es hijo de un alcohólico. Sus años de infancia y de adolescencia los pasó viendo cómo su padre maltrataba a su mamá, y cómo iniciaban discusiones cuando, como casi todos los días, llegaba embriagado. "Siempre escuchaba a mi madre amenazando, pero el castigo nunca llegaba. Cuando veía las discusiones, siempre me preguntaba si yo no tendría culpa. '¿Será por mí?', y luego intentaba ser perfecto".
La única forma de solucionar el problema, según Irenio, era buscar aceptación. Lo que hizo fue refugiarse en el estudio. Eso lo hizo competitivo pero infeliz. Ahora, después de haber pasado por el proceso llamado ‘Doce Pasos’, que aplica Al-Anon, sabe que estaba recurriendo a la negación. Los ‘Doce Pasos’, junto a las ‘Doce Tradiciones’, son la clave de la unión en estos grupos familiares.
Es típico en los hogares no hablar del tema. Nadie debe saberlo, es un secreto. Otra de las características, según explica Sarita, madre de una alcohólica, es la culpa.
 
El alcohólico es muy inteligente. Busca descargar la culpa en los demás, y, generalmente, lo consigue. "Todos están en mi contra"; "vos me gritás"; "no me das privacidad", "sos muy estricta", son frases comunes. La reacción de Sarita, como madre, fue la ira y la impotencia. Además, hay que añadir que, inicialmente, el alcohólico niega su problema y dice que bebe como todo el mundo.
Sin embargo, una luz roja se encendió en Sarita cuando vio que su hija bebía sola. Vio un anuncio que se publica en la revista Para Ellas de este diario, y llamó. Así, hace dos años, llegó a Al-Anon. Sin embargo, en el caso de Irenio, pasaría más tiempo. Convertido ya en un ser competitivo, cumplía al pie de la letra con lo que se conoce desde que nació Alcohólicos Anónimos, a mediados de los años 30 del siglo pasado, en Estados Unidos. La negación suele generar algún tipo de escapatoria, que es el trabajo, un pasatiempo o incluso los deportes y, por qué no, la bebida. Con un entorno familiar en crisis, es fácil que esto suceda. En el caso de los familiares, nace también una dependencia del alcohólico. “Si le grito, volverá a beber”; “Si no le digo nada, pensará que todo está bien y volverá a beber”; 'Si me callo, pensará que no lo quiero', se repite constantemente el familiar. Esta serie de preguntas es ya un comportamiento obsesivo, por lo tanto, puede tomarse como un indicio de contagio.
Como afirman varios de los entrevistados, esta enfermedad se transmite también sin alcohol. Algunas parejas optan por divorciarse, pero eso tampoco garantiza que todo vuelva a la normalidad. Así lo demuestra un hecho extremo; el padre de Irenio ha muerto hace varios años, pero él continúa yendo a las reuniones de Al-Anon.
"Hace poco ha superado algo que lo atormentaba. Irenio no podía abrazar a nadie", comenta una de las entrevistadas. El mismo Irenio lo aclara. Durante todo su testimonio, ha mirado de frente, pero con estas palabras aún hay algo de lucha, y por unos instantes mira hacia un costado. El corazón abierto de Irenio muestra lo que para algunos lectores será un tesoro terrible, una revelación: "No es raro que en algunos hogares donde hay alcohólicos haya casos de incesto. Los días como Navidad o algún cumpleaños, cuando teníamos que dar abrazos, eran un tormento. Sentía repulsión, porque pensaba que un hombre y una mujer no se debían abrazar. Nunca me abrazaron, nunca sentí la necesidad. En Al-Anon sentí que es posible abrazar a alguien y sentir el calor humano".
MÁS QUE UN GRUPO, UNA HERMANDAD
Cuando murió su padre, Irenio no sintió nada. "¡Nada!", repite, preocupado. No era así. Tenía un gran dolor de estómago. Comenzó a crear situaciones de presión para trabajar, y usó los problemas como estímulo para cumplir sus metas. Eso le provocaba más dolores de estómago. "Nunca, nunca mostraba mis sentimientos. Aprendí a callarlos, y eso también me producía dolores", cuenta.
Para llegar a decir eso, fueron necesarias muchas sesiones en Al-Anon. Al comienzo de estas líneas se dijo que era un grupo, pero en realidad es una verdadera hermandad. Se reúnen todos los días. Quienes lo hacen en La Santa Cruz se han bautizado como grupo Renacer; Nueva Esperanza identifica a quienes asisten cada lunes y jueves a la iglesia Fátima; Integrando es el nombre elegido para quienes viven en Montero y se encuentran cada viernes en la iglesia Nuestra Señora de Cotoca; todos los mencionados son grupos de adultos, pero Unidos para crecer, agrupa a adolescentes, y por eso recibe el nombre de Alateen. El complemento 'teen' alude a la palabra inglesa 'teenagers', que es como se conoce a los adolescentes en ese idioma. Hay más de una decena de ellos que han empezado a recibir los beneficios de Al-Anon.
En Bolivia hay 60 integrantes, con grupos en Santa Cruz, La Paz y Tarija, mientras que en todo el mundo existen más de 26.000 grupos, repartidos en 115 países.
Por supuesto, todo se hace con la condición del anonimato. "No es por vergüenza. Es un principio espiritual", explica uno de los entrevistados. En la sala de reunión se puede ver, por las ropas, que la condición socioeconómica de los miembros de la hermandad es diversa. Hay exitosos profesionales, como Irenio, jubilados, oficinistas, dueñas de quiosco, dependientes de farmacia, obreros, madres de familia, universitarios. Hace más de dos años que Irenio integra la hermandad, y la coordinadora de turno supo su apellido hace muy poco. Hasta esos niveles llega el compromiso con el anonimato.
"Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en la atracción que en la promoción. Necesitamos mantener siempre el anonimato personal en la prensa, la radio, el cine y la televisión. Debemos proteger con gran esmero el anonimato de todos los miembros", dice una de las doce ‘Tradiciones’ de la hermandad. Por supuesto, cada uno puede establecer el nivel de anonimato que asumirá en su propio círculo social o familiar. El motivo principal para mantenerse lejos de la mirada pública es asegurarse de que nadie use el nombre de Al-Anon con fines de lucro, prestigio o poder.
Esta premisa hace que se establezcan turnos para coordinar las reuniones y para ocuparse de tareas como tener la sala limpia y preparar los mates y cafés que se sirven en la única pausa que tiene cada reunión. Por ese motivo es que no se aceptan las donaciones de organizaciones ajenas; cada grupo es autónomo y se sustenta con aportes voluntarios de sus integrantes. El ejemplo fue tomado de Alcohólicos Anónimos (AA).
Es ya una leyenda el hecho de que cuando los fundadores de AA se dirigieron al magnate John D. Rockefeller para pedir ayuda para su proyecto, éste les respondió: "Es un sueño tan hermoso que el dinero podía corromperlo". El magnate ayudó, pero AA supo que las disputas económicas no deberían afectar la finalidad primordial, que consiste en ayudar al enfermo.
Antes de que llegue la pausa del café, en la salita se han sucedido varias lecturas. Entre las primeras, están las ‘Doce Tradiciones’, que son las pautas que fomentan la armonía dentro del grupo. Algunas de estas Tradiciones, además del ya mencionado recato respecto a las apariciones públicas, son: "Nuestro bienestar común debiera tener la preferencia; el progreso individual del mayor número depende de la unión"; "Los Grupos de Familia Al-Anon no deben emitir opiniones acerca de asuntos ajenos a sus actividades. Por consiguiente, su nombre no debe mezclarse en polémicas públicas". Una de ellas merece un comentario separado: "Existe sólo una autoridad fundamental para regir los propósitos del grupo: un Dios bondadoso que se manifiesta en la conciencia de cada grupo. Nuestros dirigentes son tan sólo fieles servidores, y no gobiernan".
Se empezó este reportaje diciendo que no había nada religioso en la sala de reuniones. Es estrictamente cierto. Cada persona puede creer en un ser superior, en Buda, en Alá, o darle nombres poco convencionales como una fuerza suprema, la perfección matemática del cosmos, la misteriosa música del universo, o llamarlo causa, voluntad de poder o motivación profunda. La idea es que se tenga ese concepto como fuente de poder o inspiración de la fe. El intercambio de vivencias es uno de los motores que pone en marcha la experiencia espiritual que significa formar parte de un grupo Al-Anon. De hecho, varios ateos asisten a las reuniones, porque no se insiste machaconamente en los aspectos confesionales de ninguna religión.
CALOR DESDE EL COMIENZO
Ese martes, una madre y su hija asisten por primera vez. "Son ustedes las personas más importantes para nosotros hoy", les reitera la coordinadora. El algún momento pide sus nombres, y, a coro, todos saludan: "¡Hola Elisa!¡Hola Ilsen!". Un poco abrumadas, pero aliviadas por esta primera ola de calor, comienzan a escuchar las ‘Doce Tradiciones’ y luego las lecturas.
Cada uno de los integrantes se hace cargo de un párrafo de Valor para cambiar, un librito que contiene material para lecturas diarias. Una de ellas parecía pensada para Irenio: "Cuando llegué a Al-Anon no tenía sentimientos. Cuando perdí un empleo, dije: 'No hay problema, puedo aceptarlo'. Cuando tuvimos un hijo dije: 'No es gran cosa, es sólo otro día'. Nada me impresionaba. Era como estar muerto. Mis amigos de Al-Anon me aseguraron que yo sí tenía sentimientos, pero que había perdido contacto con ellos por haber convivido por años con el alcoholismo y negado cualquier indicio de ira, alegría o tristeza... Mientras los mantuve atrapados dentro de mí, mis sentimientos eran secretos dolorosos y venenosos. Cuando los liberé, se volvieron una expresión de vitalidad".
Son textos sencillos y directos. Se enfocan en un problema específico. Van con calma. Luego, las dos novatas escucharon el testimonio de una mujer: "Mi marido llegaba borracho muchas veces. Un día, para comprar a mis hijos, llegó con pollo y soda. Le rompí las botellas que encontré, boté lejos el pollo y agarré un palo y lo golpeé. 'Sos un infeliz', le dije. Después quise quemarlo. Busqué fósforos y no encontré. Les juro que si los hallaba, lo quemaba”, contó la mujer. También hay lecturas para esos casos.
Después, algunos contaron lo que pasó cuando dejaron de asistir a las reuniones. Generalmente, las crisis volvían y, desesperados, se reunían nuevamente en busca de apoyo. Varios testimonios después, cuando la coordinadora preguntó a Elisa si quería hablar, dijo que lo haría en otra ocasión. Sin embargo, Ilse, su hija, contó: "El que bebe es mi padre. Una vez, antes de salir, me dijo que por favor lo llame a su celular. Él y yo sabíamos que se estaba yendo a tomar. Pero insistió en que lo llame. ‘¿Para qué, papito?', le dije. 'No sé, decime lo que sea. Lo que quiero es no sentirme solo'. Entonces al rato yo lo llamé y él volvió a la casa. No había tomado nada". No se pueden escuchar estas palabras sin sentir que se está luchando con algo superior a las fuerzas del alcohólico. La enfermedad es tan engañosa que hasta disfraza a muchos con la etiqueta de 'bebedor social'. Sin embargo, pronto llegan los primeros comentarios: “Hermano, sos buen tipo, buen trabajador, pero todo lo cagás cuando estás chupao”, como le dijeron a Quique. El ritmo sigue, las fiestas continúan y el alcohólico piensa que no hay nada más hermoso que beber. Está alegre, seguro de sí mismo, desinhibido. Engañado.

UN DÍA A LA VEZ
Hay algo que preocupa a todo alcohólico. Es la laguna mental. Tres de ellos contaron a EXTRA su experiencia, que aquí resumimos: Dito (60) empezó a beber en la avenida Viedma y despertó en Cochabamba, con una mujer desconocida al lado. No supo nada hasta que los amigos le contaron que se empecinó en comer chicharrones cochabambinos y, pegado a la botella, se fue hasta Viru Viru; Pepe (43) era ayudante de cátedra en la 'Gabriel' y empezó una borrachera en una fiesta. Despertó en una celda, durmiendo con otros alcohólicos y respirando los vahos de un 'kichute' que tenía como cabecera. Ambos ganaban buen dinero, pero Quique iba por el mismo camino, y ya había hecho pasar hambre a sus hijos para comprar cervezas. “Morite. Vos y nosotros vamos a descansar”, le dijo su esposa. Hace nueve años que no bebe. Pepe bromea diciendo que es de su misma 'promoción', porque desde el 18 de diciembre de 1999 no ha probado un trago. Todos recuerdan el día y el año y hasta la hora en que dejaron la bebida, porque es como un segundo nacimiento. Pero saben que la recaída está a un brazo de distancia. Por eso no dicen que no beberán hasta dentro de un año, o que se mantendrán sobrios durante un mes, o una semana. No, lo harán durante este día, lo harán hoy. El mismo principio es aplicado por los familiares en Al-Anon. Por eso en la salita se lee un letrero enmarcado con las palabras 'Sólo por hoy'. Poco después de la pausa del café, todos los integrantes hablan de lo que ha pasado en esas 24 horas y de lo que harán en lo que resta del día. Flota un ambiente de esperanza, de bienestar compartido. Luego, se dan la mano y con un breve abrazo, se desean ‘Felices 24 horas’. Al final, tomados de la mano, repiten la oración de la serenidad: “Concédenos la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquéllas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”. No es raro que esta nueva felicidad también ‘contagie’ al familiar alcohólico y comience a asistir a las reuniones de Alcohólicos Anónimos que, como Al-Anon, no son para quienes las necesitan, sino para quienes las quieren. 
   Los doce pasos  
La lectura de estos ‘Doce Pasos’ es inútil. Es necesario reflexionar en cada uno, volver a casa y luego pensar, pensar siempre. Luego, al contar la experiencia propia, las soluciones comienzan a aflorar. El principio consiste en compartir experiencias, fortalezas y esperanza. La lectura es sólo una herramienta. Contactos: 76006538; 347-1884; 336-8182; 350-8428; 340-0619.
1.- Admitimos
que éramos incapaces de afrontar solos el alcohol, y que nuestra vida se había vuelto ingobernable.
2.- Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.
3.- Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de El.
4.- Sin temor hicimos un sincero y minucioso examen de conciencia.
5.- Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
6.- Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.
7.- Humildemente pedimos a Dios que nos librase de nuestras culpas.
8.- Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, y estuvimos dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.
9.- Reparamos directamente el mal causado a estas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiese infligido más daño, o perjudicado a un tercero.
10.- Proseguimos con nuestro examen de conciencia, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas.
11.- Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consciente con Dios, según nuestro propio entendimiento de Él, y le pedimos tan sólo la capacidad para reconocer su voluntad y las fuerzas para cumplirla.
12.- Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos Pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas, y practicar estos principios en todas nuestras acciones.
Según los profesionales
Resulta muy interesante que en las reuniones de Al-Anon no exista el criterio de un profesional. A nadie se le ocurre decir que habla desde su profesión de psicólogo, o psiquiatra o cualquier otra. Cuenta su experiencia con sinceridad y listo. Todos son iguales y anónimos, nadie mira al otro 'desde arriba', con autosuficiencia. Por eso, psicólogos como Miguel Ángel de la Oliva consideran que estas reuniones tienen un carácter fundamental para que los familiares comprendan mejor al alcohólico.
"Todos son codependientes. Sin darse cuenta, comparten la enfermedad. Las familias aprenden mucho y pueden brindar un apoyo efectivo", dice de la Oliva, que, además, recomienda desde el primer momento de su consulta asistir a estas reuniones.
"La familia tiene que participar en Al-Anon. Luego, en la parte psicológica, vemos qué tipo de terapia utilizaremos, porque la abstinencia produce depresión", insiste el terapeuta.
Algo que enfatizan los integrantes de la hermandad es que dejar de beber no es el objetivo final, sino el comienzo de un proceso que, como ya se explicó, tiene metas concretas: un día, 24 horas. "En la familia se genera un ambiente hostil. El alcohólico miente, engaña, no paga cuentas, hace escándalos. Si el familiar tiene un problema nervioso, se complica con esta situación", dice el psicólogo, que tiene más de una década de experiencia de trabajo con alcohólicos y sus familiares.
Guillermo Ribera es psiquiatra. También considera necesarias y complementarias las reuniones de los familiares. "A veces vemos que las esposas se dicen a sí mismas que ellas van a convencer al alcohólico para que busque tratamiento. Piensan que con su buena voluntad van a sacarlo, pero comienzan a tolerarlo y entran en un círculo de masoquismo. En el fondo, sentirse necesitada por el alcohólico les hace sentirse importantes. Les dicen: “Yo soy la única que te tolera, soy la única a la que le importás”. Es peligroso, porque puede acostumbrarse al problema. Cuando llega de beber, le prepara el desayuno, paga sus deudas y todos los platos rotos", reflexiona el psiquiatra.

La familia debe tener límites, asegura. El mensaje implícito debe ser ‘te queremos, te apreciamos, pero debes buscar tratamiento’. Al-Anon se enfoca en la fortaleza, la experiencia y la esperanza  para cambiar la actitud de los familiares. Luego, con el cambio iniciado por el que está sobrio, puede empezar el cambio en el alcohólico. Es posible que tarde semanas, meses o incluso años en asistir a su primera reunión de Alcohólicos Anónimos, pero, hasta entonces, habrá entendido que se trata de una enfermedad progresiva y mortal, que ellos no la causaron, que no la pueden curar y que tampoco pueden controlarla. En este punto, su vida habrá mejorado.
Por supuesto, según dice el psiquiatra, existe la posibilidad de utilizar medicamentos como la naltrexona, que pueden inhibir el gusto por la bebida.
Por otro lado, existe la necesidad de iniciar un debate en la sociedad. En los países del Primer Mundo, cuatro chops se consideran abuso de alcohol, para los hombres, y tres en las mujeres. En cambio, nuestra cultura es muy permisiva, sostiene el profesional: cuatro chops son sólo el comienzo.
Claves para no discutir

Pese a que las reuniones de Al-Anon son diarias, hay reglas sobre las que se reflexiona con frecuencia para garantizar el éxito. Los textos que distribuye Al-Anon enfatizan en tres obstáculos que impiden alcanzarlo. Primero: discusiones sobre religión. Al-Anon no está aliado con ninguna secta ni religión. Es un programa espiritual, pero no se basa en ninguna religión en particular. Todos son bien recibidos, no importa cuál sea su afiliación e incluso si no pertenecen a ninguna religión.
Segundo: murmuración. “No hablamos de los miembros ni de los demás, ni del alcohólico en particular. Nuestra dedicación al anonimato hace que la gente tenga confianza en Al-Anon. Tercero: dominio. Los dirigentes son elegidos para servir, no para gobernar. Ningún miembro de Al-Anon debe mandar, asumir autoridad ni dar consejos. El programa está basado en sugerencias, intercambio de experiencias y liderazgo por turno. Cada persona progresa a su manera.
Además de estas sabias premisas, hay una lista sobre lo que se debe y no se debe hacer. Transcribimos: no ser santurrón; no estar siempre vigilando al alcohólico; no ser demasiado protector; no perder la paciencia; no sacar a colación el pasado; no dejar que abusen de vos. Los textos de Al-Anon son verdaderas joyas para lucir en la vida diaria.

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