miércoles, 18 de mayo de 2011

Relaciones Adictivas

Las relaciones perjudiciales

Todas las relaciones tienen altibajos y etapas en las que las cosas no marchan todo lo bien que se desearía, pero esto no las convierte en relaciones perjudiciales. Por el contrario, una relación perjudicial implica una sensación continua de frustración.

La persona que está envuelta en este tipo de relación, tienen la impresión de que las cosas podrían ir bien, de que la relación tiene posibilidades, pero lo cierto es que ese potencial nunca llega a hacerse realidad y su pareja es siempre inalcanzable.

Se trata de una relación en la que siempre parece faltar algo y resulta destructiva porque impide a la persona seguir adelante con su vida de un modo normal, debido al dolor causado por la relación y a las emociones de tristeza, ira, desesperación o soledad que conlleva.

Seguir adelante con una mala relación no solo produce estrés sino que puede llegar a producir síntomas físicos. En ocasiones, el abuso físico y emocional forma parte de esas relaciones.

El constante estado de tensión y estrés acaba produciendo cansancio y robando la energía de la persona que permanece en ella. Por otra parte, puede dar lugar a comportamientos de huida, como recurrir al alcohol o las drogas para escapar del dolor que se siente.

La persona envuelta en una relación de este tipo no es libre. Se ve privada de la libertad de ser lo mejor de sí misma; de la libertad de amar a otra persona por su propia elección y no debido a la dependencia emocional; y la libertad de dejar una situación que es destructiva.

Los signos de una relación adictiva

Si respondes que sí a las siguientes preguntas, existen muchas posibilidades de que tu relación de pareja sea una relación adictiva que te está perjudicando:

1. ¿Crees que la relación te perjudica y aún así no haces nada para terminarla?

2. ¿Buscas razones para permanecer en la relación que no son del todo exactas o realistas y que no son lo bastante importantes como para contrarrestar los aspectos negativos de la relación?

3. Cuando piensas en romper la relación, ¿sientes una ansiedad y miedo muy intensos que te hacen aferrarte a la relación todavía más?

4. Cuando decides romper la relación, ¿comienzas a sentir un gran malestar, incluyendo síntomas físicos, que desaparecen cuando reanudas el contacto con esa persona, como una especie de síndrome de abstinencia?

Si has respondido que sí a la mayoría de estas preguntas, es posible que hayas perdido la capacidad para dirigir tu vida, igual que el adicto al alcohol o las drogas, cuya vida acaba siendo controlada por la sustancia de la que depende, más que por sus propios deseos.

Del mismo modo, el primer paso para recuperarte de esta adicción consiste en reconocer que estás “enganchado” e intentar entender las bases de tu adicción.

Las bases de la relación adictiva

Existen diversos motivos que llevan a una persona a permanecer en una mala relación. En el nivel más superficial se encuentran las consideraciones de tipo más práctico, como los recursos económicos, el impacto en los niños, el miedo a la desaprobación de los demás, etc.

A un nivel más profundo se encuentran las creencias que una persona mantiene respecto al significado de una relación. Se trata de creencias poco racionales o falsas, pero que a veces se encuentran muy extendidas en nuestra sociedad, como:

El amor tiene que ser para siempre”, “Eres un fracaso si terminas una relación”, “Nunca deberías hacer daño a nadie, y por tanto, no tienes derecho a terminar la relación si eso daña a la otra persona”, “Necesito tener pareja pare ser feliz; la vida no tiene sentido sin pareja”, “Si lo dejo nunca encontraré a nadie”, “Es culpa mía, no soy una persona lo bastante interesante o atractiva”, “Si me esfuerzo lo suficiente podrá hacer que la relación funcione”.

Por último, también existen aspectos inconscientes o semiconscientes que pueden mantener a una persona atrapada en una mala relación.
Se trata de modos de pensar y sentir que se desarrollaron en tu infancia y que operan a un nivel automático e inconsciente, pero que pueden ejercer una influencia importante en tu vida.

Los niños necesitan sentirse amados, valorados y animados a ser independientes y confiar en sí mismos. Si los padres son capaces de aportar esto, sus hijos se sentirán seguros cuando sean adultos a la hora de comenzar o terminar una relación.

Por el contrario, si los niños no aprendieron esto, pueden sentirse necesitados al ser adultos, pues sus necesidades emocionales no llegaron a satisfacerse de un modo adecuado, de manera que son más vulnerables a acabar estableciendo relaciones de dependencia. (Ver artículo de Narcisismo)

Como superar una relación adictiva

1. Lee detenidamente el apartado anterior, sobre las bases de la relación adictiva para descubrir cuáles son las bases de la tuya. Luego trata de buscar soluciones para cada una de ellas.

2. Repasa tus creencias acerca de las relaciones en general. Si descubres que mantienes algunas de las creencias poco racionales comentadas anteriormente, trata de modificarlas por otras más sanas y realistas.

3. Repasa las relaciones de tu infancia, cómo pueden estar influyendo en tu actual relación, qué necesidades quedaron sin cubrir en tu infancia y de qué modos más sanos puedes satisfacerlas ahora sin engancharte a nadie para que lo haga por ti. Si empiezas a “alimentarte” a ti mismo/a, dejarás que necesitar que otros te alimenten.

4. Permítete ser egoísta. Céntrate en ti, en lo que necesitas y en satisfacer tus necesidades. Tienes tanto derecho a ello como cualquier persona.

5. No trates de controlar y manejar a los demás. Lo único que de verdad puedes controlar es tu propio comportamiento. Al centrarte en tus propias necesidades y en lo que tú puedes hacer para alcanzarlas, dejarás de necesitar que otra persona cambie para sentirte seguro/a.

6. Una vez fuera de la relación, aprende a no engancharte en los juegos de las relaciones.

7. Comparte con otros lo que has aprendido y vivido.

8. Considera la posibilidad de buscar ayuda profesional.

Cuando buscar ayuda profesional

1. Cuando te sientes muy infeliz en la relación pero no estás seguro/a de si deberías aceptarla tal y como es, esforzarte por mejorarla o romperla.

2. Cuando has llegado a la conclusión de que deberías romper la relación, pero no lo haces.

3. Cuando sospechas que continuas la relación por razones equivocadas, como sentimientos de culpa o miedo a la soledad, y no eres capaz de superar los efectos paralizantes de esas emociones.

4. Cuando reconoces que tiendes a verte envuelto/a en malas relaciones, pues ya has vivido relaciones similares en el pasado, y no has sido capaz de cambiar ese patrón. En este caso es importante que acudas a un profesional que te ayude a romper ese patrón, o de lo contrario es posible que tu próxima relación sea una copia de la última.

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Fuente:

Tomado de Cepvi, por Ana Muñoz

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