jueves, 16 de junio de 2011

Alarma consumo de alcohol en menores en el DF - El Universal.mx

Se despertó al cuarto para las seis, justo 15 minutos antes de que llegaran del trabajo los papás de su compañero de escuela, tras vomitar y dormir un par de horas en cama ajena, estaba lista para presentarse en casa como si nada hubiera pasado en las últimas 5 horas, sería creíble el cuento de que había estado haciendo un trabajo escolar de biología, nadie en la familia pensaría que Paola de 12 años pudiera beber hasta caer de borracha un martes en la tarde.

Tampoco los papás de Mario, el anfitrión, tendrían la sospecha de que en casa hubo una pequeña reunión protagonizada por una decena de niños entre 12 y 13 años consumiendo alcohol, para las seis de la tarde la casa no tiene rastro alguno de los envases de cerveza y las colillas de cigarro.

No es la primera vez ni de Paola ni de Mario, apenas tienen 12 y 13 años y confiesan que beben desde hace meses por lo menos dos veces por semana, ella unas cinco cervezas por ocasión, él puede tomar hasta 8. Los escenarios siempre son los mismos; casas con ausencia de padres y los protagonistas, los compañeros de la secundaria.

Paola y Mario sólo le ponen carne y hueso a una cifra que mantiene preocupados a las autoridades sanitarias de la ciudad: el 52% de adolescentes, entre los 13 años y 16 años tienen contacto con alcohol tres o más veces a la semana, no es todo, 14 de cada 100 adolescentes en el DF van más allá e incluyen a sus consumos mariguana y cocaína, según datos de la última Encuesta Nacional de Adicciones.

El alcohol entre adolescentes se ha democratizado, llega a todas las clases sociales, se presenta en diferentes formas, es parte escencial de las fiestas y reuniones en casas donde hay ausencia de padres. Algunos empezaron desde antes de ser adolescentes, aunque son los menos, no deja de impresionar que ocho de cada cien niños de primaria sean consumidores de alcohol.

No es gratuito que la ingesta de alcohol sea uno de los principales detonadores de problemas en las secundarias capitalinas, no importa la clase social, pues entre una escuela pública y una privada, sólo cambian dos aspectos; los sitios para beber y la calidad de las bebidas.

Paola es estudiante de una escuela privada, sus padres pagan 6 mil pesos de colegiatura y no saben que la niña consume alcohol todos los viernes. En casa le prohiben la ingesta de alcohol, aunque sus dos padres beben periódicamente, a Mario en cambio le dejan beber dos cervezas cuando está en familia. Ambos adolescentes dicen hacerlo porque les gusta la sensación de sentirse borrachos. Aunque ninguno de los dos sabe qué contestar cuando se les pregunta si saben qué daño puede hacerles beber tan jóvenes.

Efectos a largo plazo

Laura León es doctora y especialista en trato a adolescentes en los Centros de Integración Juvenil, ella sí sabe el daño que causa el alcohol en cerebros en formación y asegura que es sumamente grave y dañino para la salud, pues durante la adolescencia el cuerpo comienza a producir hormonas del crecimiento que ayudan a que el cerebro alcance madurez, “el alcohol altera la bioquímica cerebral de los adolescentes, les niega una plenitud máxima y dejará ver sus efectos 10 ó 15 años después de los primeros consumos”.

“El cerebro tiene un mecanismo para aprender, primero hay un proceso de concentración luego viene el entendimiento y más tarde la memoria, es así como los cerebros procesan información. El alcohol es un enemigo de éste proceso porque interrumpe y altera la concentración de los chicos”.

Dice que el problema con el alcohol es que deja ver sus efectos a largo plazo y después de ingerirlo con cierta frecuencia, cantidad y periodicidad, sin embargo, el deterioro en el cerebro comienza desde que el menor se enfrenta por primera vez al alcohol, “es por eso que es alarmante que los chicos muy jóvenes comiencen con el consumo de ésta droga legal”, dice la especialista.

El daño dependerá de la predisposición biológica de cada ser humano, sin embargo, una mayoría de éstos adolescentes cuando lleguen a los 25, 30 ó 40 años presentarán cambios en el estado de ánimo como depresión en diferentes niveles, un deterioro cognitivo y, en casos muy graves, demencia.

Explica que desde ahora los adolescentes comienzan a presentar problemas de aprendizaje por un déficit de atención, cuestión que puede servir a los padres de familia como una primer señal de alarma de que algo no está funcionando con sus hijos.

Para la doctora es importante vigilar las cantidades y frecuencia con la que beben los adolescentes, pues en México se acostumbra a beber explosivamente, es decir una vez cada semana, pero en grandes cantidades, “con el tiempo este consumo va cambiando de comportamiento, los adolescentes suelen beber dos o tres veces por semana explosivamente y al llegar a adultos el cuerpo les pide con señales de angustia o ansiedad el alcohol”, dice.

Además el alcohol les puede originar más de 60 enfermedades; desde cáncer en boca, esófago, laringe, hígado y mama, hasta traumatismos por accidentes; además altera la conciencia, permite crisis convulsivas, anemia, hepatitis, cirrosis, pancreatitis, gastritis, gota, osteoporosis, alteraciones en el ciclo hormonal, arritmias y otras.

Cómo lo viven

Victoria es directora de una secundaria privada de un buen nivel en la delegación Álvaro Obregón. Lleva 20 años como profesora de secundaria y en los últimos años tiene decenas de historias que contar relacionadas con el alcohol. “Los estudiantes de secundaria ven al alcohol como inofensivo, es parte de su cotidianidad, lo consumen en las fiestas, sobre todo en las de XV años, en las reuniones con amigos, en las casas con ausencia de padres por motivos de trabajo y cuando salen de paseo”.

Además de tener al alcohol como una compañía que no puede faltar en sus reuniones, beben porque las condiciones están hechas para que así ocurra; “más de 60% de nuestros alumnos son niños que sus papás los dejan solos todo el día, las casas de éstos compañeritos son los sitios más peligrosos para los adolescentes porque a la menor provocación de libertad los chicos beben alcohol”, dice Victoria.

Aunado a esto, existe una mayor permisividad de los padres ahora que en años anteriores, un claro ejemplo es Diego que con apenas 14 años ya cuenta como fue su primera borrachera, se la puso hace seis meses en su casa y a lado de su padre, “me dijo que bebiera con él porque me quería enseñar a tomar para que luego no me pusiera mal cuando saliera solo con mis amigos, ese día me emborraché con 4 cervezas y lo único que me acuerdo es que fue agradable”, dice.

El papá de Víctor no es diferente a miles de padres de familia que introducen el alcohol a sus hijos de forma familiar y poco preventiva, en un país donde históricamente se brinda con cualquier pretexto es difícil erradicar el alcohol, inlcuso en los más jóvenes.

Pareciera que todo está hecho para que los adolescentes se relacionen con el alcohol, por un lado, hay oferta de bebidas alcohólicas a unos pasos de las escuelas, en reuniones sociales, en fiestas y en sus casas y por otro hay unas leyes sensiblemente violables y que permiten que los dueños de los establecimientos que venden alcohol a menores se escuden a través de amparos.

La relación con el alcohol comienza como una travesura.

Victoria, directora de una secundaria, es testigo de ello, “es común que los alumnos metan botellas de alcohol o bien bebidas preparadas con alcohol como parte del lunch, la mayoría de las veces los sorprendemos, ya sea por el olor o porque suelen hacerlo público e invitar a varios de sus compañeros, afortunadamente siempre hay la intervención oportuna de algún profesor o bien es alguno de los alumnos el que delata a los que traen el alcohol”, cuenta la profesora.

Para beber dentro del colegio tienen muchas mañas, desde beberse la botella que utilizaron en la ofrenda del Día de Muertos hasta inyectar con alcohol envases de naranjada o refresco.

Problema de salud pública

Pero beber en la adolescencia deja de ser una travesura para convertirse en un problema de salud pública, pues según cifras del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), 18% de los adolescentes ya son alcohólicos.

Indiferencia de los padres

Victoria, junto con sus grupo de profesores han mostrado preocupación por el asunto, pero parecen ser los únicos, pues a pesar de que se han armado talleres informativos para los padres, sólo 30% de ellos asiste a pláticas informativas relacionadas con el alcohol.

“Muchas veces hasta ellos mismos son tolerantes con el alcohol en su propia casa, frases como: ‘mejor que tome aquí que en la calle’ o ‘sírvanle para que aprenda’ son comunes en los hogares”, dice la profesora.

La travesura de salir en brazos de las fiestas tiene repercusiones: cada año crece la cifra de accidentes automovilísticos que les ocasiona la muerte, trastornos mentales y violencia, además de producir bebedores que tocan fondo antes de los 18 años y que ahora cuentan su historia en doble A.

Cifras de la Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos reportan que 7.3% de los agremiados a AA son menores de 20 años. El jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, ha prometido implementar la repartición de un libro de salud que detalle a los adolescentes sobre los efectos que tiene en su cuerpo consumir alcohol y otras drogas.

Mientras, en los Centros de Integración Juvenil existe el taller “adolescentes bebedores” en el que especialistas valoran luego de tres o cinco sesiones si los chicos son o no candidatos a una terapia por su relación con el alcohol.

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