viernes, 10 de junio de 2011

Intervención en Crisis

La intervención es un procedimiento usado para lograr que una persona químicamente dependiente,  con problemas emocionales o desordenes alimenticios acepte un tratamiento adecuado.  La intervención es diferente a la confrontación ya que ésta no nos permite manejar los niveles de amor, cariño y preocupación que se transmiten en una intervención.

Cuando una persona en tu vida es dependiente del alcohol o de las drogas o tiene algún desorden alimenticio has sido afectado por la enfermedad de la codependencia.  Entendemos el caos, confusión, daño y dolor que genera tener un ser querido con estas patologías. El sentimiento de impotencia viene de previas tentativas de resolución al problema.

La intervención ofrece esperanza; la esperanza de convencer al enfermo que acepte tratamiento.  Las intervenciones, cuando son previamente preparadas y conducidas tienen el 85% de probabilidad de éxito.  Esto quiere decir, que el 85% de las personas aceptan entrar a tratamiento.  Este logro, de cualquier manera está basado en una intervención que ha sido bien planeada.

La intervención requiere de mucho trabajo por parte de los participantes; las intervenciones son muy emotivas.  Durante la preparación y ensayo de ésta, tendrán la oportunidad de hacer frente a los sentimientos con la esperanza de poderlos manejar mejor.

Mientras que el 85% del éxito de la intervención es determinado por el número de personas que aceptan el tratamiento, es difícil entender que la intervención no tenga impacto directo en el individuo.  Cuando se le enfrenta de manera adecuada con los hechos y los factores relacionados a su enfermedad, es difícil que continúe negando que exista un problema.

A menudo las personas cuestionan si deben tener una intervención.  El temor de lastimar al enfermo o de dañar más la relación son las razones más comunes.  Esto es, desde luego, la pregunta que cada persona debe responder por sí misma.  Les pido que detengan esta respuesta hasta haber comprendido lo que es una intervención.

La parte más difícil de entender es que su ser querido ha jugado una parte activa en el proceso de la enfermedad.  Es sabido que estas enfermedades, tienen un desarrollo progresivo con un conjunto de signos y síntomas.  La enfermedad es progresiva y continúa si no se le da tratamiento o la persona no detiene por completo sus conductas autodestructivas.  Deteniendo estas conductas es sólo el principio del proceso de recuperación.

Frecuentemente a la gente le intriga porque una persona abusa de si misma con conductas autodestructivas.  Esta es una pregunta difícil de contestar, normalmente se requiere de un arduo trabajo con el enfermo para definirlo, existen muchas teorías en cuanto al porque y muchas razones las cuales dentro del proceso de tratamiento se empiezan a esclarecer.

A ustedes se les pedirá que busquen cual es su rol y porque han permitido que el problema continúe.  Esto de ninguna manera, los implica, los culpa o los hace responsables.  Lo que esto quiere decir es que todos los intentos para controlar o ayudar a su ser querido han fallado.  La mayoría de los individuos tienden a engancharse en comportamientos que hemos etiquetado como facilitadores (alcahuetes ó cómplices).  La ayuda que el facilitador le da y le permite no sufrir las consecuencias de su propio comportamiento, haciéndole creer que él o ella no tienen ningún problema.  Durante la preparación de la intervención se podrán encontrar otras respuestas que apoyarán al enfermo para el inicio de su tratamiento.

No existen curaciones o soluciones mágicas.  La intervención y el proceso de recuperación requieren de tiempo y dedicación.  Frecuentemente hablando del problema, de lo que ha sucedido, es emocionalmente muy doloroso.  La dificultad para hablar de los problemas es frecuentemente influenciada por reglas no de no hablar y no sentir, ya que simplemente no se habla de esto.  Compartiendo información usted entenderá o recordará incidentes que previamente no habían sido asociados con el problema.

El material que a continuación se presenta es para su información y guía.

¿Por qué la intervención como confrontación es diferente?  Este punto es importante, y será reforzado varias veces durante la preparación de su intervención.

Seguramente la sesión de intervención no ha sido la primera que usted y otros han tratado de confrontar al enfermo con la realidad de su situación.  Probablemente ya habrán discutido más de una vez las graves consecuencias.  A veces, si no hay cambio, la confrontación habrá incluido amenazas de pérdida de trabajo o de la familia.  A menudo estas confrontaciones terminan en argumentos o disculpas, lagrimas o promesas.  De cualquier manera al paso del tiempo, las amenazas no se cumplen, a corto plazo las confrontaciones no han tenido tienen cambios positivos o duraderos.

La intervención es diferente a estas pasadas confrontaciones, y son estas diferencias las que las hacen más efectivas.

En primer término, el cariño, la preocupación y el apoyo se dan durante la intervención.  El enfermo y su defensiva son reducidas con su actitud de ayuda y la presentación tranquilas de los hechos.  No existe enojo al cual el paciente pueda responder.  El enfermo no tiene que esconderse tras del enojo, las lagrimas o el silencio.  Al enfermo se le pide que escuche lo que se le está diciendo y se le asegura que el apoyo estará ahí.  Porque ustedes no van a juzgar, criticar o culpar por lo cual el enfermo no se sentirá atacado ni tampoco habrá necesidad de que se le hiera, es la enfermedad a lo que se le ataca, no a la persona.

En esencia, confirmamos la veracidad de la existencia de la enfermedad y animamos a la persona enferma que busque ayuda profesional.  Cuando el enfoque no se mantiene en la enfermedad, terminamos diciéndole al dependiente  que él o ella tiene muchos problemas, provocando confusión, enojo y desorientación.

Alternativas de tratamiento son establecidas y preparadas antes de la sesión de intervención.  En el pasado el enfermo pudo haber aceptado ayuda profesional, pero pudo haber sido no adecuada para darle solución al problema o cambiado su decisión al día siguiente o a la hora o simplemente nunca haber seguido hasta el final su decisión.

Al establecer y preparar las alternativas para ayuda profesional, desechamos la oportunidad de que el enfermo cambie de idea y abandone la decisión.  La preparación anticipada de alternativas nos provee de una guía positiva a ofrecer, en vez de presiones que sólo angustian y ocasionan temor y rechazo al enfermo.

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