miércoles, 22 de junio de 2011

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Aumenta cifra de menores que padecen la enfermedad; ven especialistas como causa la ausencia de sus padres

Adicción. La ausencia de padres en la casa origina que los menores se inclinen por los vicios.foto: vanguardia-archivo

MÉXICO, DF.- Se despertó al cuarto para las 18:00 horas, 15 minutos antes de que llegaran del trabajo los papás de su compañero de escuela, tras vomitar y dormir dos horas en cama ajena, estaba lista para presentarse en casa como si nada hubiera pasado en las últimas cinco horas, sería creíble el cuento de que había hecho un trabajo escolar de biología, nadie en la familia pensaría que Paola de 12 años pudiera beber hasta caer ebria un martes en la tarde.


Tampoco los papás de Mario, el anfitrión, sospechaban que en casa hubo una reunión protagonizada por una decena de niños entre 12 y 13 años consumiendo alcohol, para las 18:00 horas , la casa no tenía rastro de envases de cerveza y las colillas de cigarro.


No es la primera vez ni de Paola ni de Mario, apenas tienen 12 y 13 años, confiesan que beben desde hace meses por lo menos dos veces por semana, ella unas cinco cervezas por ocasión, él hasta 8. Los escenarios son los mismos; casas con ausencia de padres y los protagonistas, los compañeros de la Secundaria.


Paola y Mario ponen carne y hueso a una cifra que mantiene preocupados a las autoridades sanitarias: el 52% de adolescentes, entre los 13 años y 16 años tienen contacto con alcohol tres o más veces a la semana, no es todo, 14 de cada 100 adolescentes en el DF van más allá e incluyen a mariguana y cocaína, según datos de la última Encuesta Nacional de Adicciones.


El alcohol entre adolescentes llega a todas las clases sociales, se presenta en diferentes formas, es parte esencial de las fiestas y reuniones en casas donde hay ausencia de padres. Algunos empezaron desde antes de ser adolescentes, aunque son los menos, no deja de impresionar que ocho de cada 100 niños de Primaria sean consumidores de alcohol.


No es gratuito que la ingesta de alcohol sea uno de los principales detonadores de problemas en las Secundarias capitalinas, no importa la clase social, pues entre una escuela pública y una privada, sólo cambian dos aspectos; los sitios para beber y la calidad de las bebidas.


Paola es estudiante de una escuela privada, sus padres pagan 6 mil pesos de colegiatura y no saben que la niña consume alcohol los viernes. En casa se lo prohiben, aunque sus padres beben periódicamente, a Mario en cambio le dejan beber dos cervezas cuando está en familia. Ambos dicen hacerlo porque les gusta la sensación de sentirse borrachos. Aunque ninguno sabe qué contestar cuando se les pregunta si saben qué daño puede hacerles beber tan jóvenes.


Efectos a largo plazo


Laura León es doctora y especialista en trato a adolescentes en los Centros de Integración Juvenil, ella sabe el daño que causa el alcohol en cerebros en formación y asegura que es muy grave y dañino, pues durante la adolescencia el cuerpo comienza a producir hormonas del crecimiento que ayudan a que el cerebro alcance madurez, “el alcohol altera la bioquímica cerebral de los adolescentes, les niega una plenitud máxima y dejará ver sus efectos 10 ó 15 años después de los primeros consumos”.


“El cerebro tiene un mecanismo para aprender, primero hay un proceso de concentración luego viene el entendimiento y más tarde la memoria, es así como los cerebros procesan información. El alcohol es un enemigo de éste proceso porque interrumpe y altera la concentración de los chicos”.


Dice que el problema con el alcohol es que deja ver sus efectos a largo plazo y después de ingerirlo con cierta frecuencia, cantidad y periodicidad, sin embargo, el deterioro en el cerebro comienza desde que el menor se enfrenta por primera vez al alcohol, “es por eso que es alarmante que los chicos muy jóvenes comiencen con el consumo de ésta droga legal”, dice la especialista.


El daño dependerá de la predisposición biológica de cada ser humano, sin embargo, una mayoría de los adolescentes cuando lleguen a los 25, 30 ó 40 años presentarán cambios en el estado de ánimo como depresión, deterioro cognitivo y, en casos muy graves, demencia.


Explica que desde ahora los adolescentes presentan problemas de aprendizaje por un déficit de atención, cuestión que puede servir a los padres de familia como primer señal de alarma de que algo no está funcionando con sus hijos.


Para la doctora es importante vigilar las cantidades y frecuencia con la que beben los adolescentes, pues en México se acostumbra a beber explosivamente, es decir una vez cada semana, pero en grandes cantidades, “con el tiempo este consumo va cambia de comportamiento, los adolescentes beben dos o tres veces por semana y al llegar a adultos el cuerpo les pide con señales de angustia o ansiedad el alcohol”, dice.


Victoria es directora de una Secundaria privada de un buen nivel. Lleva 20 años como profesora de Secundaria y en los últimos años tiene decenas de historias relacionadas con el alcohol. “Los estudiantes ven al alcohol como inofensivo, es parte de su cotidianidad, lo consumen en fiestas, XV años, en reuniones con amigos, casas con ausencia de padres y cuando salen de paseo”.


Además de tener al alcohol como compañía que no puede faltar en sus reuniones, beben porque las condiciones están hechas para que así ocurra; “más de 60% de nuestros alumnos son niños que sus papás los dejan solos todo el día, las casas de éstos compañeritos son los sitios más peligrosos para los adolescentes”, dice Victoria.


Existe una mayor permisividad de los padres ahora que en años anteriores, un ejemplo es Diego que con apenas 14 años cuenta que su primera borrachera se la puso en su casa y con su padre, “me dijo que bebiera con él porque me quería enseñar a tomar para que luego no me pusiera mal cuando saliera con mis amigos, ese día me emborraché con 4 cervezas fue agradable”, dice.


El papá de Víctor no es diferente a miles de padres de familia que introducen el alcohol a sus hijos, en un país donde se brinda con cualquier pretexto es difícil erradicar el alcohol, incluso en jóvenes.


Victoria, también dice: “es común que alumnos metan botellas de alcohol o bien bebidas preparadas con alcohol como parte del lunch, la mayoría de las veces los sorprendemos, por el olor o porque suelen hacerlo público e invitar a sus compañeros, afortunadamente siempre hay la intervención oportuna de algún profesor o alguno alumnos que los delata”, cuenta .


Para beber dentro del colegio tienen muchas mañas, desde beberse la botella que utilizaron en la ofrenda del Día de Muertos hasta inyectar con alcohol envases de naranjada o refresco.


Pero beber en la adolescencia deja de ser una travesura para convertirse en un problema de salud pública, pues según cifras del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), 18% de los adolescentes ya son alcohólicos.

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